Imagínense sentados en el sofá, cubiertos con una manta para acabar con los escalofríos; la ventana levemente abierta deja entrar el aire fresco con olor a naturaleza mojada; la luz apagada y silencio. Silencio de voces, de tráfico, de los fuegos artificiales fuera de temporada. Lo único que sí se escucha, es el repiqueteo de las gotas sobre la chapa de los techos, el viento cantando libremente su feliz melodía, pues sabe que no tendrá interrupciones ni de bocinas, ni de campanas, ni de nadie. Sólo es él y su clima; y sólo somos nosotros acurrucados en el sillón, con una buena taza de café, disfrutando de su alegría.
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Hace 11 años