Fye
   Lo primero que hice al llegar a casa fue ducharme. Un poco más relajada, me serví un vaso de licor de café al chocolate, agarré un par de muffins rellenos, algunos donuts, y salí al balcón. Era, y es, una linda noche: silenciosa, viento fresco, algo nublado a pesar que se pueden ver algunas estrellas.
   Abajo no hay nadie, la puerta de la vecina amarga está abierta y se ven las luces, pero nadie sale ¿Yo? Miro. Tan sólo eso.

Resultado: mareo por tomar un vaso de licor con el estómago vacío. Recordar para la próxima.